Gastronomia.



La gastronomía de Durango es realmente exquisita, siendo el platillo más representativo el caldillo durangueño, además al caer en la tentación usted se deleitará con las inolvidables carnes adobadas y los proverbiales quesos de Durango.

Pero los “pecadillos gastronómicos” no terminan ahí, sino que incluyen otras recetas sublimes como el lomo de cerdo relleno, sazonado con vino blanco y condimentado a veces con miel de maguey; el asado de venado, acompañado con trozos de jamón y embadurnado con mantequilla; y las gallinas borrachas de Durango, un guiso al que se le agrega jamón, chorizo, pasas y almendras.

Los quesos también forman parte importante de la gastronomía de Durango pues a partir de la llegada de los menonitas,  han adquirido un lugar destacado de la cocina regional. 

El queso flameado es otro platillo que conquista el paladar de los viajeros cosmopolitas, quizás por la gran calidad de este producto lácteo considerado el mejor de México, en particular los fabricados por los menonitas, una comunidad de raíces alemanas que se caracteriza por su profunda religiosidad. 

Una de las peculiaridades culinarias de Durango es la gran habilidad de sus cocineros para mantener los alimentos frescos, a través de la preparación de conservas. La técnica permite disfrutar de los incomparables dulces de nuez y almendra y de los quesos añejos, por mencionar sólo un par de ejemplos. 

No queremos terminar de abrirle el apetito, pero al final de un buen festín, no hay nada mejor que un delicioso postre de huevo, preparado con migajas de pan, leche y azúcar, luego de pasar por el horno se le agrega un toque de almíbar; o los mostachotes de Durango, unos merengues que suelen acompañar a las copas de helado.

Si se trata de brindar, hágalo con mezcal (aguardiente destilado del maguey), una de las bebidas más entrañables y degustadas de México. Su toque fuerte y agradable lo hace ideal para acompañar cualquier banquete.

Una opción más suave y agradable es el licor de durazno. Esta bebida preparada con frutos maduros y pelados, los mismos que se dejan macerar en alcohol de caña. Al mes éste es cambiado por un jarabe de azúcar, agua y vainilla.




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